sábado, 24 de febrero de 2007

INLAND EMPIRE


Ayer fue uno de esos días especiales en los que algo bueno pasa. Me despierto, cojo el periódico para ver la cartelera y ahí veo que en una sala de uno de tantos centros comerciales dan "INLAND EMPIRE" (la única sala en toda la provincia y en v.o.s. ....de putisima madre).
A las 17.30 me planto raudo y veloz en la taquilla y al entrar estamos yo, la pantalla y dos frikis mas que asistirían a un momento mágico, único e irrepetible.
Tras tres horas sentado las luces se encienden, todavía con el baile de las putas en pantalla. Yo sigo hipnotizado. Voy a casa, sigo en estado de shock. Estoy escribiendo esto y las imágenes, fotogramas, pistas visuales, sonidos...estan bailando en mi cabeza. El vinilo sigue sonando en mi cabeza. Aquí es donde empieza la auténtica "película" de Lynch.
Una obra sobre culpabilidad y remordimientos. Sobre actos y consecuencias. Una actriz (Laura Dern, vaya interpretación) perdida en su propio mundo y perdida en el mundo del cine, un mundo mas jodido e irreal aún. Las puyitas a Hollywood se dejan ver durante todo el metraje (la muerte de Laura Dern sobre una estrella del paseo de la fama). Una conciencia representada por un grupo de putas a las que les da por bailar de vez en cuando (¿recuerdan al enano de Twin Peaks, o los bailoteos años 50 de Mulholland drive? En Lynch todo es un baile). Laura Dern perdida en su realidad, en la peli que interpreta, en su futuro (o sueño o pesadilla ¿o es la realidad?) donde es una puta y en otra vida allá en Polonia. Pequeños mundos separados por puertas, unidos por la misma protagonista. En todos esos mundos pregunta a la gente si la recuerdan, si saben quien es porque probablemente ni ella misma lo sepa con claridad ¿Es una puta que quiso ser actriz, una actriz que cree ser puta, es la mujer o la amante, se mató ella o el destornillador se lo clavó Julia Ormond, son las dos la misma persona?
Las pistas inundan todo el metraje y es imposible quedarse con todas. Hay una deuda sin pagar, algo pasa a las 9.45, y unas siglas escritas sobre metal llevan a la cabina de una sala de cine donde se crea toda la realidad y donde la protagonista lucha contra sus miedos, contra una imagen de si misma deformada.
No se si esto es postcine, cine surrealista, cine abstracto, metacine...Se te queda en la cabeza y no te libras de él.
La estética oscura pero depurada de anteriores filmes se convierte aquí en imágenes domésticas filmadas en dv que logra una inmediatez y una cercanía con lo filmado que realmente acojona. Las luces rojas y azules, las lámparas, los teléfonos, las cortinas rojas, todo el universo Lynch está presente en este autohomenaje desmesurado y genial.
Quizas sólo haya una realidad....que hemos visto una familia de conejos entre risas enlatadas y nos ha cautivado. O que los conejos son lo que Lynch quiere que veamos, o quizás es lo que Lynch cree que vemos en sus pelis o es lo que Hollywood nos ofrece...animales entre risas enlatadas.....................necesito una copa.

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